Toda acción y pensamiento aplicados de modo redundante y rígido fomentan la formación de trampas mentales y de posibles patologías psíquicas y comportamentales.
Como método de supervivencia y fruto del aprendizaje nuestra mente se organiza en simples asociaciones y esquemas de las experiencias que vivimos. En un intento de ahorrar energía nuestra mente nos lleva a insistir en aplicar técnicas y repetir comportamientos que han funcionado en el pasado. Esto es, muchas veces, lo que nos permite vivir el día a día sin demasiado esfuerzo. Sin embargo, en muchas ocasiones es esta misma ‘ley del mínimo esfuerzo’ la que nos hace descuidar que un mismo asunto, en circunstancias diferentes, suele requerir una solución distinta.
_La generalización representa una nefasta trampa mental que a menudo repetimos con insistencia_
Además de este funcionamiento fisiológico, el enquistamiento de nuestro comportamiento en un guión de actuación inevitable, basado en creencias e ideas preconcebidas arraigadas en la forma de pensar y actuar tanto individual como colectiva, también nos hace proclives a construir trampas mentales.
Las trampas mentales son el resultado de la sobredosis o la desviación de un comportamiento sano y adaptado o lo que es lo mismo, toda acción y pensamiento aplicados de modo redundante y rígido fomentan la formación de trampas mentales y de posibles patologías psíquicas y comportamentales.
Estos son algunos ejemplos de cómo el exceso conduce a la patología:
-el control de nuestras reacciones llevado al límite produce el efecto paradójico de la pérdida de control y se transforma en un desorden fóbico-obsesivo.
-prestar extrema atención al grado de aceptación que los demás tienen de nosotros alimenta la duda de ser rechazados y se torna paranoia.
-las características sensibilidad y receptividad mal gestionadas y llevadas al extremo habitualmente se convierten en fuente de ansiedad y puede llevar a desarrollar un trastorno psíquico y comportamental.
-si la inteligencia no se orienta ni se gestiona bien se puede transformar en obsesión y duda patológica.
En resumen, se puede decir que existen fundamentalmente dos características humanas que nos hacen proclives a construir prisiones mentales y de comportamiento. Estas son, el funcionamiento fisiológico de nuestra mente y el enquistamiento de nuestro comportamiento en un guión de actuación inevitable.
Marta Alfonso 
2 respuestas a “Cómo construimos trampas mentales”